jueves, 20 de diciembre de 2012

Zazú zazú



Imagine la escena: Millones de personas marchando hasta el centro de la ciudad. Las miradas perdidas, el gesto ausente. Al llegar al centro comienzan a saltar, sin quitar la vista de la nada, con el gesto aún ausente. Saltan hasta que los edificios caen, hasta que todo comienza a derrumbarse, a hacer de todos una tumba colectiva, un suicidio común. La escena podría iniciar con un mendigo durmiendo en la banqueta. La marcha lo despierta, lo despiertan los pasos. Él observa cómo todos vienen con la mirada perdida, con el gesto ausente. Él (el mendigo) ni se inmuta, al contrario, comienza a marchar con ellos: la mirada perdida, el gesto ausente. La película podría llamarse Zazú zazú o  La Venganza. Podría ser una película hollywoodense o un documental. Podría sitiarse aquí o en otra parte del mundo y podría terminar así: con el derrumbe. La película podría llamarse: El derrumbe, ¿le gusta el título? No sé qué vendría después ni qué habría antes. Solamente es una imagen. Una imagen con la que sueño casi diario: Todos saben la hora. Es una hora que nadie dice pero que todos saben que es la hora cuando llega. Todos, al llegar la hora, dejan de hacer lo que están haciendo y comienzan a marchar: la mirada perdida, el gesto ausente. La escena podría comenzar, por ejemplo, con un niño comiendo sopa. Está a punto de dar un sorbo y el caldo comienza a moverse por los paso de la marcha. En vez de dinosaurios: gente: marchas. El niño regresa la cuchara al plato, se para, baja los brazos como si fuera un soldado, sale de casa y se une a la marcha: la mirada perdida, el gesto ausente. Podría ser una súper producción o una película independiente. Podría tener algún tipo de música que fuera en crescendo. Usted sabe que ese tipo de escenas necesitan de un clímax, de una música heroica. Podría ser el "Adagio para cuerdas" de Barber, aunque ya lo han usado en varias películas. ¿Con qué música le gustaría morir? Yo elegiría a Mahler. Como le decía: todos van. Todos marchan hacia el centro de la ciudad. Entre los que marchan podríamos estar usted y yo. Mejor dicho: entre los que marchan está usted y estoy yo. Todos sabemos la hora, todos dejamos de hacer lo que estamos haciendo y marchamos hacia el centro de la ciudad. Es una imagen apocalíptica, si usted quiere, o una propuesta de acción. Lo cierto es que todos vamos al centro de la ciudad. Ya ahí: saltamos: pam pam pam (la mirada perdida, el gesto ausente) pam pam pam. Saltamos y los edificios caen, todo comienza a derrumbarse, a caer sobre nosotros. Aun así no nos detenemos. Los que quedan siguen saltando, la ciudad se sigue cayendo, esperamos con nuestro salto generar un temblor que acabe de una vez por todas con todo. La película podría llamarse así: De una vez por todas o, simplemente, La Venganza, ¿qué le parece? No sé qué vendría después ni qué habría antes. Solamente es una imagen. Una imagen con la que sueño casi diario. ¿Se imagina algo para el cierre?, ¿algo en especial?, ¿algo espectacular?, ¿un toque sutil y por ende sublime?, ¿qué se le ocurra que siga después? ¿Todo negro?

sábado, 21 de julio de 2012

Prácticas Situacionistas


"Este número de nerivela ve la luz con tiempo de sobra para haberle echado una ojeada al mundo. Después de distinguir la crisis de nuestra realidad inmediata, algunas preguntas se antojan imprescindibles. ¿Cómo aspirar a hacer arte cuando lo que urge es cambiarlo casi todo, cuando lo imprescindible es salvarse, huir de una triste patria que se cae a pedazos?

Hace unos 50 años un grupo de desolados recorrió Europa como un fantasma. Después de un momento de vagabundeos sin destino se asentaron en la Francia de la posguerra. Desde ahí concibieron todo tipo de operaciones para una época que quizá no era la suya. Entre metodologías y estratagemas, recordaron el valor político de la acción estética, nombraron poéticamente sus tácticas urbanas, probaron los deslices dadaístas del sinsentido y se organizaron en células dispersas a la manera de guerrillas de insomnes cuyo principal cometido era mostrar la insostenibilidad, pero sobre todo la injusticia, del sistema de producción. Aunque les hubiera parecido escandaloso nombrarse mártires, su principal arma de lucha era su vida propia, la cual antepusieron, más que como ejemplo, como un pretexto y como una huella palpable de que el disenso no era una pretensión meramente especulativa.

Que un grupo de jóvenes se rebele contra la generación que los precedió es habitual. De hecho, sin esos roces que denotan la energía de cambio que necesita para sobrevivir, cualquier sociedad se situaría al borde de la inanición. Pero que ese grupo, pidiendo lo absurdo, lo más improbable e intangible, haya contribuido a cimbrar todo un sistema, se antoja del orden de lo portentoso.

En una especie de homenaje que no coincide con ninguna fecha en particular (el sistema decimal se niega a estar de nuestra parte), este número de nerivela hace eco de las prácticas de la Internacional Situacionista que vió la luz hace aproximadamente medio siglo. Pero como las cosas no se repiten sino como comedia, no se trata aquí de una mera reproducción de los hechos. De lo que se trata esta vez es de reunir un conjunto de intentos conurbados por reinventar lo cotidiano, de búsquedas por escapar del eufemismo oficial a toda costa, de tentativas por regenerar la estructura de signos a nuestro alcance o de experimentos concretos que actualizan estrategias probadas para otras circunstancias. En última instancia, este homenaje se da más bien como una transfusión sanguínea en el que se revive el espíritu político (en el sentido de lo público y lo común) de la acción estética, al tiempo que se investigan las posibilidades de afectación de los sucesos que se acumulan día con día. En otras palabras, lo que se haya aquí son un conjunto de pistas con las que hemos buscado atenuar y combatir la desesperanza que no hace sino crecer exponencial y apocalípticamente. Lo que se haya aquí son entonces inscripciones de resistencias posibles. Ya vendrán otros detectives a interpretar esas pistas como recorridos de la supervivencia, ya vendrán otros que sabrán leer en cada una de estas páginas la traza de una voluntad que quiso ver otras formas de habitar la ciudad, de transitarla, de reírse de ella, de formar nuevos mundos

Nuestra tarea termina en el límite de estas páginas. La del lector comienza al prestar su imaginación para que lo que es sólo probable sea posible."

Nerivela+2

jueves, 19 de julio de 2012

Multitasking

Lectura e intervención sonora en la Casa del Poeta. La lectura estuvo a cargo de Hernán Bravo Varela. Los audios son de Balam Ronan, Daniel Coronel y míos. El texto pertenece al libro "Ruido".

  

En esta parte sólo fue audio. Habían apagado las luces porque pensaron que la lectura había terminado. Lo curioso es que antes de comenzar la lectura y la intervención, le había pedido a la banda que (los que quisieran) cerraran los ojos para que sólo escucharan. Según yo, en las lecturas, uno se distrae mucho viendo al que lee, en vez de escuchar lo que se dice. Así que esa confusión (¿intervención?)
 quedó padre:

  

domingo, 13 de mayo de 2012

Lo fundamental

No me gusta lo fundamental. No me gustan, por ejemplo, las personas con gorrito. ¿Te gustan los gorritos? Una amiga me dijo, de un tipo con el que salía, que su gorrito le daba mucha personalidad. Si me pongo un parche en el ojo, ¿sales conmigo? Me gustaría llenar la ciudad de mantas negras. Tapar edificios enteros con mantas negras. Tapar a políticos enteros con mantas negras. Agregarle misterio al misterio que le falta. Volver el día una funda. Comprarme un gorrito. Comprar cien gorritos. Comprar cien mil gorritos. ¿Crees que le vendría bien a nuestra relación, llegados a este punto y dadas las circunstancias, un gorrito? También podríamos ponerle un parche: agregarle misterio al misterio que le falta. O llenarla toda de palomas: quitarle la funda, quitarle lo mental.